miércoles, 23 de noviembre de 2022

Episodio Ortega

 

Son las cuatro de la mañana, una mierda de hora, Ortega se levanta con una, dos, tres cobijas que son ligeras y brindan poco abrigo, pero a esta hora pesan más que Transmilenio en hora pico. El sujeto que aparenta ser nuestro protagonista abraza su almohada, se despide de su cama y toma camino a la cocina a empezar su día, aunque no entiendo cómo define este tipo "empezar" cuando duerme dos horas y se levanta como si nada, azaroso, azaroso él Man.

Se dispone a desayunar; su chocolate y pan, pero lo hace tan lento que aun pareciera que lleva puestas las tres mendigas cobijas. Se baña, busca ropa, se viste, alista maleta y sale, sabrá su madre a donde, pero al parecer ha regresado, por atembado, a la casa, porque dejo la candela. Tras de atembado también dormido.

Este tipo al parecer si tiene un rumbo, esta de camino al santuario de un santo, tras de atembado y dormido, hemos de sumar; soporífero. Pero bueno, quería narrar algo decente, no es mi culpa que el protagonista sea menos llamativo que un paquete de Saltinas, pero es lo que hay.

Iba a escribir de la llegada de este man a la iglesia, pero como deseo sacar al menos dos lucas de este texto, lo omitiré por el bien de los lectores, créanme. Ortega pasa de lado a lado mirando estatuas, muros, santos e incluso se acostó en los reclinatorios a admirar el techo. Después de su épica y emocionante mañana decide regresar a su casa, acaricia a un gato que asemeja a nuestro protagonista, no por sentido literario, sino literal, tanto el gato como Ortega están igual de hechos mierda. Tras saludar al gato, no sé qué paso y se supone que soy quien narra, pero este tipo, de la nada, se transportó al instante a una casa, aunque prefiero esta casa al jodido santuario.

Ortega se encuentra tranquilo, no le afecto mucho el fenómeno que acaba de vivir, sale por un balcón mediocre que tiene la casa y se dispone a apreciar el hermoso paisaje, una ciudad que tiene toda la impresión de ser más paila que Bogotá. Mientras disfruta de estas magnificas, gloriosas, maravillosas vistas, aparece en verdad un ser que podríamos llamar; belleza hecha carne. Una mujer y un gato se encuentran también disfrutando de las vistas mañaneras, no sabemos que hablan, pero el gato aparenta estar más cautivado por la mujer que Ortega. La mujer avienta al gato hasta el tejado de los vecinos y por fin Ortega hace auto de presencia con sus palabras —esa mujer lo que carga de hermosa solo se compara con lo hecha mierda que esta— grandes palabras del que también lo está.

Después de unas semanas como observador, Ortega se encuentra muy cómodo en su nuevo hogar, el cual no entiende muy bien que le paso al dueño, porque de forma patética, Ortega, tuvo que esconderse cuando llego en la noche, aparentaba llegar del trabajo, pero se cambió sus pintas de oficina por las de coito, salió a la casa de Altagracia, será la pareja, ojalá se hayan fugado por amor o alguna de esas cosas raras que hacen los enamorados, aunque no nos importa, lo importante es que hay donde dormir en esta ciudad tan pailita.

 Quiero volver a lo observador de nuestro sujeto, porque solo mira a la mujer y sus vivencias; 1) no duerme, este Gato al menos duerme dos horas, pero esa rayada no duerme nunca, farra, tras cigarros, tras copitas y babas, pero nunca descansa, mucho level. 2) Tiene pareja, se llama Sven, Ortega dice que se aman, pero no sé cómo puede llamar amor el insultarse, terminar, drogarse y acostarse, todos los días y 3) que es una mujer vuelta mierda y triste, siempre repite lo mismo cuando la admira —jamás llegue a imaginar tenerla de frente y al tostado de Sven, ni en mi mente podía encajar sus predicados con una persona real y ni teniéndola tan cerca puedo predicar de ella, quizás esto es lo que sentía Sven cuando la vio en ese hueco de apostadores, una mujer vuelta mierda y triste— sigo sin entender de que habla, soy narrador, no lector de mentes.

Tras llevar un buen tiempo en este hueco que decidió llamar hogar mi protagonista, solo lo he visto ansioso, fuma y fuma, y fuma, y fuma, y fuma, todos esos cigarros mientras se pregunta cosas raras —¿debería ayudarles? ¿Dónde estará Marciana?, ¿cuánto tiempo me queda antes de que todo y todos nos quedemos a espaldas de Amarilla?— está cayendo en locura, aunque creo que él sabe dónde está, lo mejor ha sido que presenta una felicidad irrefutable, disfruta de salir a un bar de mala muerte, pasea por los parques alimentando palomas, pero lo más extraño es como sigue a un gato al cual llama —Pink— quizás lo ayude a salir de aquí, un gato lo trajo y otro lo pueda devolver.

Ortega ha decidido tumbarse en la cama, tras decir —mejor solo les admiro y vivo junto a ellos en este mundo que tan hechos mierda los dejo, qué buena descripción, todos lo estamos, todos tenemos la vida un poco hecha mierda— no ha vuelto a moverse, no creo que lo haga, no creo que esta historia siga, no creo que haya escogido un buen protagonista.


martes, 22 de noviembre de 2022

Episodio Cuervo

 



Episodio Cuervo

 

En cierta ocasión el estudiante Cuervo, paseaba pesaroso por su universidad, con un cigarrillo en la boca y sin mucho más que hacer, andaba pensando en cosas, cosas… algo muy propio gente de su carrera, seguía en dicho recorrido por la nada, viendo como el humo aunque disperso y poco compacto tenía más dirección que la ruta que hacía… después de caminar por al menos una hora más, lo único que recuerda después de eso es que abre algo con sus manos y vualá, aparece en un lugar completamente distinto, su primera reacción es buscar algo con que encender ese cigarrillo que quedo a medio camino igual que su paseo, pero instintivamente lo tira, no se sabe muy bien si a causa de lo asombroso del evento o porque notó que en ese paraje abandonado poco había que pudiera encenderlo.

A su alrededor encontró solo maleza pero después de haber visto programas de supervivencia en la televisión, sabía que si veía un rio su única misión era seguirlo, hasta que en un ataque de suerte vio la luz reflejada de dicho rio que tanto buscaba, al adentrarse en la densa maleza encontró una cabaña, con una barca al lado de ella y pensó, -si no soy de aquí, y me encuentro perdido no habrá problema si la tomo prestada para cruzar- pero al intentarlo se encontró con un barquero, de apariencia muy sabia que al ver al extraño individuo con ropas sucias aunque muy distintas a las suyas, y al escuchar sus preguntas solo respondía que el rio tenia lo que el buscaba… Cuervo, al ver la tan repetitiva e “ilustrativa” respuesta se resignó y no hablo más, el barquero muy emocionado de encontrar a alguien nuevo en tan desolado lugar le contó cuentos de un sujeto que tenía un nombre extraño parecido a Siddh… Siddhar… algo así como Siddharta, en ese momento Cuervo supo que estaba en algún paraje de la india.

 De ese barquero aprendió la paciencia de disfrutar el momento, y que aunque el viaje no sea lo que planeábamos no tenía por qué ser desastroso, solos o acompañados tenemos que disfrutar y buscar de lo que queremos, y no creer que el otro no tiene ese mismo derecho, hablando de derechos de buscar lo que se quiere el pobre Cuervo para ese momento y haciendo provecho de su bella vivencia solo quería un cigarrillo pero el que tiró no tenía posibilidad de buscarlo de ningún modo, al pensar en cómo encontrar uno en medio de la selva y mientras el barquero tomó silencio, casi en un acto milagroso el agradable sujeto extendió hacia sus ojos algo muy parecido a lo que estaba buscando solo que con letras difíciles de reconocer que trataré de emular बीड़ी al encender dicho objeto con la propia fogata quiso estar a solas al lado del rio que le hizo conocer a su buen anfitrión, pero al darse la vuelta no vio más la casa del buen anciano, sino una especie de castillo o casa enorme.

Había sido transportado a un lugar que de no ser por la falta de calor parecería el mismo.

Al percatarse del hecho vio que su बीड़ी volvió a apagarse… aunque en esta ocasión vio una sombra a lo lejos, ya que, siempre llegaba de noche al nuevo sitio… pero con la buena noticia de ver a esta sombra con una antorcha muy apetecible para su बीड़ी, siguió el fuego hasta encontrarse con un joven de apariencia muy bella, que buscaba con rostro enamorado a alguien, al sentir su ansiedad y ver que por las huellas y camino que siguió acababa de escapar del lugar enorme que antes vio solo le señaló su antorcha prendió el tan esperado बीड़ी, y siguió su camino, pero al estar ahora en un ambiente más pantanoso, húmedo y frio, Cuervo tuvo la necesidad de conseguir un lugar cálido a verse entrando en hipotermia, así que aprovechando la ventana abierta que dejó el ansioso muchacho entró, solo para encontrarse con una especie de colegio religioso que tenía un letrero que decía “Mariabronn”, al dar unas vueltas por el lugar vio una puerta abierta con una cama dispuesta para ser usada, después de un rato solo pudo dormir en ella.

 Al acercarse el alba, fue despertado por el ansioso joven que se encontró la noche anterior, ahí entendió que la puerta abierta había sido encontrada de ese modo porque un nervioso joven la había dejado abierta a causa de la emoción que lo embargaba, y esta vez adelantándose y no queriendo quedar en el mismo lío de nombrar como al hombre indio “el barquero” quiso preguntar el nombre del joven, teniendo como respuesta un dulce “Goldmund”, el joven se sintió en confianza que comentar todas sus intimidades a tan extraño individuo que prendió un algo en la noche y ahora lo encontraba en su cama, le contó las historias que había vivido con un tal “Narziss” y vio en el la antítesis de este joven, sin saber mucho más de su vida ni de lo que acontecería, le quiso desear toda la suerte al joven en las travesías que se veía que tendría, viendo en esta antítesis que no podía seguir despreciando la sentimentalidad solo porque la razón es más segura, ese joven lleno de vida llenó su vida con ganas de vivir, Cuervo ya no era el mismo y sentía un adiós al ver que el joven tenía una caja que decía “Zigaretten” sobre su escritorio el joven muy amablemente le ofreció uno y Cuervo lo prendió con una antorcha casi apagada, que estaba en una de las paredes, Cuervo ya sabía lo que sucedería, y sucedió… al dar la primera calada al “Zigarette” que le ofreció el bello joven se encontró en un paraje lejano, donde las nubes parecían hacer una obra de teatro, donde solo pudo ver montañas siendo comidas por otras montañas, se encontró frente a un mismo muro con una antorcha muy parecida pero de un paraje inhóspito y salvaje, a darse vuelta vio un hombre mayor con cara estupefacta, pensó –será normal al ver aparecer a un hombre con ropas raras en mitad de su sala- pero para su sorpresa su cara era más de impaciencia y tristeza al saber que su hijo que después llamaría a la nada como “Peter” nunca volvería, viendo referenciado en aquel hombre de apellido Camenzind con su padre, de donde sacó su apellido “Cuervo” vio en él lo mismo que desde ese momento sabría que su padre, podía sentir… que se encontraba lejos y que lo extrañaba de la misma forma que el señor Camenzind extrañaba en su hijo Peter, algo volvió a cambiar en Cuervo, y algo también era distinto, su cigarrillo no se apagó pero estaba a punto de terminarse, al dar esa última calada y quemándose un poco los dedos en el proceso termino estupefacto en el mismo lugar en donde su ultimo recuerdo fue abrir algo con sus manos, que a simple vista parecería que fue un libro pero no, fue una cajetilla de cigarrillos que duro por toda la aventura pero había llegado a su fin, ¿se sintió mareado a causa de fumar tanto o del viaje por mundos distintos?, no lo sabremos, pero lo que sí está claro es que si bien no vivió otras vidas, sí que acompaño a diferentes personajes en historias que lo enriquecieron infinitamente, y todo sin repercusiones de que lamentarse… todo a menos que un experto en Hermann Hesse encuentre algo raro en un libro del autor, pero eso es tema para otra historia…