Por: Samantha Rodríguez
La mayoría de luciérnagas tienen
alas.
La mayoría de luciérnagas tienen
destellos de luz.
La mayoría de luciérnagas
brillan en la oscuridad.
La mayoría de luciérnagas…
Pero yo, yo no tengo alas, las
veo, las siento, están rotas ¿Y de qué sirven unas alas agrietadas?
¿Destellos de luz? Me quema la
luz, tal vez el foco de mi vida está averiado, está apagado, tal vez por miedo,
miedo a la incandescencia.
¿Brillar en la oscuridad? Pero
si temo, la conozco y es mi más fiel compañía, traidora y constante
contradicción pues nunca acompaña, siempre estoy en ella, me hago sinónimo de
su definición y, a pesar de nacer para ser luz soy todo lo contrario.
Mi nombre es neblina, voy por el
mundo pintando, intentando llenar de color hasta el más diminuto rincón, pero
infortunadamente, mis pinceladas y retinas solo retratan una vida a blanco y
negro.
Me presento, mi nombre es neblina,
no soy una luciérnaga, soy la paleta de un pintor suicida.
Gracias por tu cronopio, está muy genial.
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