PH: Camilo Suárez
Por: Juan David Bedoya Orozco
El texto en el que me gustaría introducirme sería Continuidad
de los parques de Julio Cortázar (1964). Me gustaría introducirme en el
preciso instante donde el amante va subiendo las escaleras y estar ahí frente a
frente y preguntarle entre muchas cosas: ¿Por qué matar? ¿Por qué el amor es el
motivo de la destrucción? ¿El valor del otro dónde se encuentra? Probablemente
mi comportamiento no sería algo extravagante y mucho menos de confrontar al
otro violentamente, pero sí sería de cuestionamientos razonables. Diría que
conozco su intención, y que su intención no es nada buena. Probablemente el
entrar a hablar con él, me haría poder decirle que esa inseguridad latente por
no dejarse dar un beso, por no sentir que era lo correcto era una señal y que
la presión social que le ejercen a él mismo no puede ser el motivo para
destruir a otro. Mi sentido de estar en ese preciso lugar en ese preciso
momento es detener la violencia, pero no sólo la violencia que le pueda ejercer
el amante al marido, la constante de violencia literaria y el negocio que se
creó a partir de ella. Me parece que la analogía de Cortázar sobre bailar con
la realidad es increíble, pero lo sería aún más enseñar que no se justifica
asesinar bajo ningún criterio, siento que este acto, el de razonar las
consecuencias, los sentimientos antes de actuar son claves para una
construcción social en tanto que la misma violencia nos hace normalizar
conductas que no aportan al carácter social que el ser humano ha adquirido
desde que pertenece a una sociedad. Llevaría el relato hacia la autocrítica por
parte del amante y a buscar a la esposa y decirle que busquen irse lejos, sin
que ninguno sepa nada de nadie, pues entiendo que por el tiempo es difícil
lograr el divorcio, pero tampoco se puede estar forzado con alguien a quien
claramente no amas. Tal vez, en mi visión narrativa actual diría que es simple
decidir sobre este dilema ético, sobre si matar a alguien para vivir con el
amor de tu vida, o dejarle vivir para seguir siendo el amante. Pero de igual
manera, creo que se podría llegar a algo menos violento y razonable. Me
gustaría precisamente estar ahí en las escaleras habiendo advertido al esposo
que se fuese pues su mujer le habría tendido una trampa para llevarlo a su
muerte, esto para salvar una vida, y hacer entrar en razón al amante. Creo que
me gustarían tantas cosas, tantos modos de resolver, volver, iniciar, repetir,
que simplemente no me gustaría entrar a la obra si el personaje principal
debiera ser yo. Y no me gustaría porque creo que amar no es un pretexto para matar, pero hay a quienes amar se les hace un concepto tan enredado que pierden completamente la cabeza por amar, pero... ¿Cuál es el sentido de su amor? Creo que sería una excelente pregunta y la última que le haría al amante.
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