miércoles, 17 de noviembre de 2021

Episodio Vargas

 


Por German Vargas

Me gustaría situarme en un cuento de Julio Cortázar El Perseguidor en el cual se nos presenta Johnny Carter un artista de saxo alto y que ha sido considerado un genio y estrella del jazz de los años 50. Junto a él se encuentra otro personaje llamado Bruno, un crítico de jazz que tiene como propósito hacer la biografía de Johnny.  

Todo empieza en un cuarto sórdido de hotel en París, Johnny se encuentra enfermo, pero su dolencia no es corporal sino es una dolencia espiritual y mental. Este padecimiento le hace tener una apreciación extraña del tiempo, es un hombre que no comprende cómo funciona el tiempo.  Su obsesión por el tiempo y su desilusión por la vida es lo que le lleva a enfermar y, por eso, el personaje que nos encontramos presentado bajo la perspectiva de Bruno (el crítico de jazz) es un personaje que roza casi la locura. Además, a esto se le debe sumar su hábito del alcohol y de las drogas, algo a lo que acude cada vez más para soportar su dolor pero que, cada vez, le hunde más en el abismo.

Bruno acude a la habitación para interesarse por el estado de su amigo, pero, también, para documentarse para poder escribir una biografía sobre Johnny que tiene entre manos. Su interés, por tanto, no radica únicamente en que su amigo mejore sino, también, en conocer cómo es realmente este artista tan sublime que se obsesiona con temas tan "simples" como el mero paso del tiempo. Al final Bruno alcanza a comprender los pensamientos de Johnny, pero no se deja llevar por ellos por temor a caer en ese mismo estado que afecta a el jazzista.

El cuento gira en torno a los momentos finales que atraviesa un artista en la que los personajes no dejan de perseguir cosas, Johnny persigue una comprensión del tiempo, la música y su capacidad de abstraernos del momento, de trasportarnos a lugares sin tiempo. Bruno por su parte y todos aquellos que se relacionan con el Jazzman solo persiguen su talento, su capacidad de crear música.

La oposición de los personajes nos trasporta a no solo una manera particular de ver la vida. Bruno representa lo racional, el estudioso, el observador y Johnny representa el ser humano que se deja llevar por su parte emocional, por sus deseos, por sus caprichos. En ultimas, son dos caras de la misma moneda, el ser humano.  

Me gustaría ser Bruno y tratar de comprender la complejidad de la existencia de Carter con el tiempo y de su música, no remitirme exclusivamente a mi interés por él, por mi trabajo como crítico, sino tratar de entablar una conversación sin prejuicios morales e intereses, me gustaría preguntarle cuál es su apreciación del tiempo y la música, que es lo que lo abstrae y lo hace perderse en la musicalidad. ¿Qué es para él la música? Me gustaría preguntarle ¿si considera que llevo una vida buena o si considera angustiante la existencia misma? Y el cuento podría girar en un encuentro de los personajes, en una comunión, en el que la elección de una forma de vida determinada no vale más que la otra.  Y, precisamente esta, es una de las grandes situaciones en las que el texto nos pone ya que, con los dos personajes, está describiendo las posibilidades del ser humano y lo que llegamos a hacer por el mero hecho de "encajar".

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