miércoles, 9 de diciembre de 2020

Jilary Aranda: Esperanza viviente

 

Lo primero que recuerdo son los frutos danzando entre las ramas

Y mi mirada impresionada apreciando la vida, frutos dulces que acariciaban la vista

Por un segundo sentí caer el velo que impone la ciudad y los supermercados

Cuando de aquel árbol del campesino pude tomar una fruta que el plástico jamás tocó

El sabor no era el mismo que el de las frutas de 1000 que comprábamos en la esquina

El fruto brillaba y era en él todo vida, sabor.

¿Qué hubiese sido de mi sin aquella experiencia?

Conocer el campo como un favor del universo,

Despertar del largo de sueño del progreso y el cemento,

Dormir profundamente entre la brisa y el rocío

Sin la existencia del ruido incesable,

De la existencia agotadora que implica sobrevivir en la ciudad.

No había lugar entonces para una tristeza mañanera impulsada por la pérdida del bus,

Ni la eterna angustia de ser robado en cada esquina o

la silenciosa indignación ante el manoseo de cualquier desconocido,

Todo mi mundo se reducía a ese lugar, donde solo me esperaban

Flores, familia, animales y frutos cada vez que abría la puerta.

No existe un espacio más bello que aquel donde se redescubre la vida.


FUENTES

Las fotografías son propias. 

Aranda, J. (2020) 

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