Siendo una triste esperanza, aunque no del todo, hijo de una fama y un antiguo cronopio, he notado que la vida de esperanza a medio tiempo no va conmigo. “Del dicho al hecho hay mucho trecho”, repiten las famas con las que estoy emparentado, esto con la intención de evitar que en mí afloren actitudes que sean muy de una esperanza o peor aún cronopísticas. Si bien hay relaciones debidas y hasta pertinentes en la sociedad actual, una de las que más hay y que según he podido pensar, menos debería haber, es la de una esperanza de la que se espera que algún día sea una gran fama, y sobre todo si esta esperanza de esperanza no tiene ni el nombre, ni las ganas, para serlo.
Ser a medio tiempo esperanza y a
medio tiempo otra cosa, es una manera enserio contraproducente de existir en un
mundo que no fue hecho para humanos. Pero en medio de ese transitar por el
tiempo, o, mejor dicho, mientras el tiempo transita por mí, he mirado con estos
ojos de esperanza, que ven algo que une a las famas así no lo deseen con los
cronopios y con nosotras las esperanzas. Las medidas. La manera de medir todo,
especialmente el tiempo “en” la vida. Observando a las esperanzas y famas que
he conocido, pude darme cuenta de que muchos miden ese tiempo en cuestión de
progresos y logros, no siempre muy razonables la verdad. Así que firme en mi
propósito de ser algo distinto a lo esperado he decidido pensar una manera de
medir mis días.
Personas conocidas
Intentar el ejercicio de las
personas que he conocido resultó más difícil de lo esperado, básicamente porque
me intereso en las personas y el recuento se iba haciendo más largo, pues, con
cada persona que recordaba, llegaba el recuerdo de las personas que esta me
había presentado a su vez, y así, casi ad infinitum.
Oportunidades desperdiciadas
Esta es sin duda la peor de las
ideas que se me ha ocurrido para elegir una medida de la vida. Comenzando por
la imposibilidad de saber en qué punto una decisión que tomamos se convirtió en
oportunidad desperdiciada, o al menos eso quiero creer para autoconsolarme por
haber malgastado tantas. El intentar pensar en esas veces no es algo sano para
una esperanza. Este ejercicio pone a las esperanzas de cara a la verdad más
triste que pueden enfrentar:
Las
esperanzas están tan indeterminadas que su actuar carece de sentido en sí mismo
Frente a tantas cavilaciones que
no llevaron a ninguna parte decidí concentrar todo mi tiempo y esfuerzos
mentales en pensar una manera de medir mis días, una en la que la satisfacción
pudiera ser suficiente como para presentarlo en una historia en algún momento
del futuro.
Los
días en que me he sentido bien conmigo
Por lo menos podría pensar en un
día al año,
En
que sin darme ideas sobreestimadas
a
modo de consolaciones, o paños de agua tibia,
he
podido realmente ver hacia atrás y decir:
“Querida
esperanza, has hecho bien,
has
dejado las cosas seguir su curso,
no
se esperaba eso de ti,
pero
hiciste bien en no dejarte llevar.
Has
logrado huir de la tendencia a ir por la vida creyéndose un cronopio,
has
evitado ser como las esperanzas disfrazadas, o como los cronopios que, en
secreto,
buscan
llegar a ser famas,
con la intención de contribuir en la creación
de un mundo hecho por famas y para cronopios.
Bien
hecho esperanza, pero aún así no eres del todo tú.
Tampoco
eres fama, y menos cronopio.
Vive
como un anticronopio en la práctica,
como
un antifama en la teoría,
pero,
sobre todo, vive como una falsa esperanza mientras llega el momento de contar
los días en que ha tenido sentido no pertenecer a nada, mientras tanto, tú
tranqui, continua, haciendo lo que sea, pero continua, cree en lo que sea, pero
continua, evita herir a otros, aunque sus sueños se te presenten como egoístas,
continua aunque sea como Prometeo, pero continua.
Por
último, querida entidad perteneciente a las patrias sin raíces, a ningún lugar,
sueña em paz, porque todo puede faltar a alguien como tú, menos el soñar en paz
con las personas queridas."
Por: Daniel Avella
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