martes, 23 de junio de 2020

Abrirse a la posibilidad de ser más perro


Angie A. Téllez Méndez 


"Todo el conocimiento, la totalidad de las preguntas y respuestas, se encuentran en el perro"
Franz Kafka
Dibujo inspirado en Danko

2016, Febrero 5

Andaba Juliana por ahí, en un día común y corriente, no se imaginaba que al día siguiente cambiaría su vida por completo. Estaba con Daniel, su novio, y le comentaba como por enésima vez, lo mucho que le encantaría tener un compañero de vida; pero no cualquier compañero.
¡Un año atrás ya había tenido compañeros peces y dos hámsteres! Juliana pensaba que ya era hora de tomar otras responsabilidades que le permitieran encontrar un sentido de ser en su existencia. Escuchaba cómo sus pares tenían aventuras y vivencias en general que ella anhelaba tener, pensaba que de alguna u otra forma ellos ya no estaban solos; y es que ella, Juliana, había pasado más de la mitad de su vida sola, si es que puede dividirse la vida en tiempos. Sus padres, cansados del trabajo a tiempo completo, no tenían tiempo que dedicar y tampoco contemplaban dentro de sus posibilidades organizarse para tenerlo, nunca era llevada a un parque, por ejemplo, o le escuchaban sus preocupaciones y vivencias diarias.
Al caer la noche, Juliana le comentaba a Daniel lo hermoso que sería tener un compañero canino que, en palabras de ella, pudiera sacar de la jaula o la pecera para que la acompañase a todos los lugares. Daniel la escuchaba atento, asentía con la cabeza, pero no sentía lo mismo. Juliana pensaba que nadie le comprendía verdaderamente su necesidad, porque este anhelo con consideraba como una necesidad, era como si simplemente le llevaran la corriente. Esa noche, al despedirse de Daniel, derramó unas lágrimas producto de su imaginación, la cual le había llenado por unos segundos de unos posibles escenarios que compartiría con su perro, de volverse verdaderos. Se durmió otra noche de las tantas, sin saber que en realidad se trataba de la última noche en que dormiría sintiéndose en un hoyo negro de emociones y sentimientos de angustia, en el que el único remedio para deshacerse del frío era abarrotarse de cobijas hasta el cuello.
Al día siguiente, Juliana se despertó como era usual: con ganas de no haberse despertado. Su padre, con quien poca o nula relación tenía, a pesar de convivir bajo el mismo techo, se encontraba en casa y como la primera chispa que sale de un fósforo al roce con un ladrillo, se abalanzó a preguntarle: papá, ¿te gustan los perros?... Así fue como inició una conversación, que en realidad era una petición, que duro horas y horas, que terminó en el acuerdo de ir a buscar uno. Para ese entonces, la madre de Juliana, quien no soportaba siquiera la idea de tener un animal en casa, dijo que acompañaría a padre e hija en esta misión de adoptar un perro. Era curioso, para ellos era simplemente añadir un miembro a la familia y una obligación al cúmulo de obligaciones que ya tenían; para Juliana, quien sentía la necesidad de pincharse la piel para corroborar que no estaba soñando, era encontrar la verdadera razón de estar y ser en este mundo.
Luego de unas horas, Juliana llena de miedo y ansias había llegado al lugar donde se encontraba su compañero, se lo imaginaba de cualquier forma, el deseo era tan intenso que poco le importaba cómo sería este perro, lo importante era que fuera su perro. Luego de caminar al lado de varias vitrinas, tuvo el primer recuerdo con este ser que sería su compañero minutos después: era un perrito extremadamente pequeño, regordete, tenía unos brillantes ojos azules que solo apuntaban hacia el plato lleno de alimento y una nariz color rosa, que le guiaba hacia tal. Sus paticas suaves y tiernas, al igual que su pancita, poco pelo tenían pero conformaban un hermoso y brillante pelaje en las combinaciones de un gris plateado y un blanco algodón. Para Juliana era perfecto, y allí lo supo, encontró mil y una formas de argumentar por qué debía tener ese perro y no otro, en ese instante no importaba que el mundo desesperanzador en el que se encontraba estuviera a punto de derrumbarse.
Ahora Juliana escribe cosas como estas pero con su compañero de vida al lado; ya no más momentos de tristeza y de querer acelerar el tiempo o detenerlo se encuentran en su cabeza. Juliana, en definitiva, ya no está sola, y siente que ese ser en forma de perro la conoce de toda la vida. Aunque es tan indefenso y frágil, gracias a él, la indefensa y frágil ya no es Juliana. No es un secreto para ella, que su compañero algún día tendrá que ausentarse, pero al estar presente en su vida le ha demostrado que el mundo puede ser bello, que hay amor, ternura, honestidad, solidaridad, y demás cosas que le dan ganas de vivir. Hasta ella misma construye su filosofía a partir de su compañero que, en realidad ni remota idea tiene de lo que ha causado, pero que con esa mirada conmovedora y su colita en movimiento logra a cada instante.

Dedicado al amor y razón de vida, Danko.

1 comentario:

  1. La cercanía de la experiencia, amé leerte y saber que esa historia es tan tuya como mía. Es sin duda la historia más significativa en la construcción de nuestra amistad. Tía eternamente ...

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