lunes, 20 de julio de 2020

Autobiografía ficcionalizada de una falsa esperanza

Daniel Enrique Avella García

 


Foto de unas flores 2017- Daniel Avella- técnica: filtro del celular.

 

 "Soy Rebelde"

https://www.youtube.com/watch?v=JuLRF7mch_I

 

la edad de los días infinitos en los que se podían hacer innumerables cosas, siempre ha sido la que más extrañaré, porque aparte de ser la más lejana el día de hoy, también es la que menos recuerdo. Como lo único que puedo saber de esta época son historias que me han contado familiares, me he quedado con las más graciosas o interesantes, porque las demás, las que compartimos muchas de las falsas esperanzas se pueden suponer o reinventar sin necesidad de ayuda (tal vez por reflejo, al ver llorar un niño en su primer día de escuela). Por ejemplo, en lugar de recordar que aprendía a hablar y mis primeras palabras, guardo el recuerdo de un día en el que a mi hermano (quien ) le grite mapalido mientras le lanzaba mi zapato (no es que yo fuera muy experto lanzando cosas, tampoco es que le hiciera gran daño, pero no podía alcanzar a alguien dos años mayor que yo), porque estaba remendando mi manera de decir latón, losa, fergrocalil,  y otro montón de palabras que llevaban “rr” y las que al día de hoy no puedo pronunciar corrgggfrfrfrectamente. En lugar de las historias sobre las notas que tenía en los primeros años de colegio, pues entré a primer grado cuando tenía 4 años, prefiero atesorar los relatos de mis padres sobre la manera en que siempre hacía reír a profesoras, compañeros, familiares y otro montón de gente, porque eso ayudó a que por un buen tiempo fortaleciera mi manera de mostrarme al mundo, como alguien que puede traer alegría al mundo. Desafortunadamente el tiempo pasa, las historias que las personas te cuentan luego de los 5 ya no son graciosas, se tornan oscuras, tristes, y descubres que la alegría no es lo mismo que la reacción al reír por un chiste. Las historias después de los seis años se tratan sobre cómo logran las personas aprender las tablas y tocar una flauta de la manera más desafinada. Pero creo que no pueden culpar a una falsa esperanza de haber dejado atrás al niño gracioso,no cuando el soundtrack de los primeros años no es más que música para una actividad tan extraña como lo es planchar la ropa, no cuando lo único que sonaba en la casa, en las calles, en el colegio, eran las canciones que venían en los cassettes y los discos de la emisora “amor estereo”, en las cuales la mayoría eran interpretaciones de mujeres jóvenes sobre el desamor, el amor imposible, la libertad anhelada, la ira hacía alguna amante de su pareja, y en especial, una llamada soy rebelde de Jannette que enseña que alguien puede ser rebelde porque el mundo lo ha hecho así.

 

 

“El gimnasio Tunjuelito”

 


 Lo que más identifica a una falsa esperanza es la desconexión entre su niñez de prospecto de fama y su envejecimiento incluso desde los años de su infancia. En ese sentido, las falsas esperanzas crecen realizando actividades como los niños y niñas más deslumbrantes de los lugares en los que van a desarrollar su pensamiento. Así pues, mi infancia de los 6 a los 10 no fue muy compleja, recuerdo haber estado cada izada de bandera en esos años recitando el “juramento a la bandera de Colombia” de memoria, diciendo con desconocimiento de lo que significaban esas palabras, pero seguro del sentimiento de honor y responsabilidad que implicaba pronunciar:  uno dos (mientras me llevaba la mano de la pierna al pecho y del pecho a la bandera). Jurad por Dios fidelidad a la bandera de mi patria Colombia, de la cual es símbolo una nación soberana e indivisible regida por principios de libertad, orden y justicia para todos. Si así fuere que Dios y la patria os premie o si no que él y ella os demande. Dios patria y libertad. Tres, cuatro (mientras bajaba la mano hacia mi pecho y de nuevo tomaba una posición de firme). Además de eso, la cantidad de veces que oía a las personas felicitar a mi mamá por la inteligencia de su hijo, la gracia con la que declamaba poesía, aprendía cosas de memoria y demás actividades académicas que por supuesto no estuvieran relacionadas con la escritura, porque “esa letra sí era fea”, y que “lástima no se le entiende lo que escribe”. Por ese motivo aprendí a expresarme mejor oralmente, pero nada hubiera sido posible de no haber sido por el colegio al que iba, por el gimnasio Tunjuelito (colegio privado de la zona que preparaba los mejores estudiantes de los alrededores, en los que había un montón de pupitres en los que se podían esconder cosas, en los que siempre había un compañero de clase sentado al lado diciendo: “déjeme copiar”, “qué dijo la profe”, “¿es verdad que usted y Katerin son novios? ”) que luego se convirtió en un asilo para ancianos y ahora la casa de una señora avara que tiene varias casas en el sector y que decidió no pintarlas, para que cada vez que esta triste esperanza pase seguido por allí, sienta tristeza y nostalgia, sobre todo porque de la niña que conoció en ese colegió ya no sabe nada. De no haber sido por el colegio en el que esta falsa esperanza pudo forjar una imagen de pequeña fama, que le permitiera aparentar frente a las famas adultas y que nunca se dan cuenta de nada, mientras que cada día que pasaba intentaba buscar un nuevo clan, el de las mini famas no era el indicado, y hay que aceptar que a esa edad los mini cronopios no solo eran escasos, sino casi inexistentes, además que ni siquiera se había llegado al 2003, y antes de eso… el teléfono ni se usaba si uno no era mayor, y las cartas no se podían usar para declarar sentimientos si no se entendía la letra, o si uno era un prospecto de fama, y peor aún, no estaba permitido en el colegio, interrumpir el juramento a la bandera en 4 tiempos para decir Jurad por Dios fidelidad a la niña del pupitre de atrás, en el que nunca me toca sentarme por ser el ñoño del puesto de enfrente, y que la próxima “coca-cola bailable”sí la invito a comer gelatina en vasito. Si así fuere que Dios y la patria os premie o si no que él y ella os demande.

 

“Discman Sony de segunda, o mejor, de cuarta mano”


En la búsqueda de un hobbie las falsas esperanzas no somos tan buenas como las famas y los cronopios. Pues las primeras están dedicadas a coleccionar estampillas, monedas, armar modelos de barcos y cosas por el estilo. Los cronopios por su parte, en esa idea de ayudar a que todos emprendan el vuelo y alcancen sus sueños, pueden llegar a dedicarse no como hobbie, sino como un ejercicio lleno de convicción, a labores tan variadas como insectos existen en el mundo. En cuanto a las esperanzas, las apuestas y asistir a grupos católicos es lo que yo creo que las identifica. Y es precisamente en ese ámbito de una esperanza digna de ser clasificada como tal que yo gastaba mis días. Pero independientemente del grupo social al que se pertenece o se pretende pertenecer, podría apostar mi antigua alma de esperanza a que nadie puede vivir sin música, sin una especie de banda sonora de su vida. Por eso, como hobbie, como capricho, y como continuación de mis habilidades como compilador de música en casetes que había aprendido de mis padres como a los 12 años, decidí ahorrar para comprarle a mi hermano un Discman que él le había comprado a un compañero de clase que lo había recibido de parte de su mamá a quien se lo había regalado la mamá del niño al que le hacía de nana. Antes de llegar a las mías, el Discman ya había pasado por 3 personas más. Los objetos tienen un poder extraño y sucede que con cada cosa que llega a la vida de un ser humano, llega también un nuevo conjunto de conocimientos y en algunos casos nuevas prácticas. Hasta que el Discman llegó a mis manos, a duras penas había aprendido a usar una grabadora para hacer mixtapes con canciones que quedaban grabadas cinco segundos después de haber comenzado, y como no era común ver uno de esos, entonces tuve que aprender a usar la bandeja de cd’s de un computador y la manera de descargar música para poder hacer mis discos. Con ese artefacto que a falta de dinero  para comprar baterías y que en algún punto del uso perdió el poder de retener la carga, debía mantenerme cerca de una toma de luz para poder oír a los cranberries mientras intentaba entender algo de álgebra, cosa que nunca pasó.

 

 “Gary Gilmour ”

 


 

Me encontré con la historia de Gary Gilmour, en los años más solitarios que he podido pasar en toda mi vida, y la encontré de una manera muy entretenida dentro del libro de Rafael Chaparro opio en las nubes. Independientemente de las diversas opiniones que hay sobre el libro,  y que Gary ciertamente podría definirse como un personaje segundario dentro de la obra de Madiedo, es uno de los personajes que más me impresiono. Principalmente porque Gary ya no buscaba nada, no esperaba nada, no lamentaba nada. Gary había logrado el cometido de todos los hombres que dejando de lado miles de cosas, infructuosamente intentan también dejar sus creencias. Por eso  las palabras de Gary a Max alentándole a robar un tren son tan interesantes para mí, Gary, u hombre del común, no se despide de personas terrenas, sus últimas palabras en la silla no fueron para ningún  mortal. Gary de seguro, con la determinación que implica saber incluso la manera en que se sentaría al día siguiente en una silla electrificada para morir, decide dedicar sus últimas palabras a dios diciendo: “mañana seré un hombre distinto, en un lugar distinto, con una vida y ocupación distintas, y lo mejor, estaré en una cultura con un dios distinto, y esta vez seré juzgado por el trato que de a mis cebras mientras viva. Atentamente: Gary el siempre vivo Gilmour”

“Max lloró durante una semana y en esos días se olvidó de ir hasta el urapán a echarle sopa a las palomas. No obstante, después lo hizo religiosamente todos los días. También hizo rebotar la bola contra la pared de la prisión para recordarle a Dios que Gary Gilmour no debía estar en el Infierno, sino en Zimbawe cuidando un rebaño de cebras blancas y negras mientras su mujer de senos flacos y morenos le preparaba el pan en la hoguera cerca de la choza.

-Oye, chico. El día de mañana tienes que ser algo grande. Tienes que robar un tren o algo por el estilo-”

-Opio en las nubes. Rafael chaparro madiedo-

Gary es un buen ejemplo de vida independientemente de las razones por las cuales haya acabado en la cárcel. Solo sé que en los años de mayor soledad aquel libro de Chaparro fue un consuelo, era como un relato en el que los que habías sido separados del mundo real por su forma de ver las cosas podrían ser redimidos de todas sus culpas por medio del vivir de su vida destrozada, casi como Penélope en su propia odisea, cada uno, deshaciendo en las noches, los logros de los días.

 

“La apertura de las puertas de Filosofía de la UPN”


 

En la empresa en la que trabajaba desde hacia unos años, había además de mí, otras dos personas que querían entrar a estudiar a la universidad pedagógica nacional, yo la verdad, aunque esperaba que todo resultara bien para todos, sabía que era poco probable que todos entráramos, sobre todo si se tenían en cuenta las cosas que había oído de la inmensidad de los números de aspirantes a todas las carreras. Sin embargo, y contra todo pronóstico, la fortuna estuvo de mi lado, por fin estaba en un lugar en el que estaban personas con ideas en común entorno a algo que me gustaba. El lugar físico es lo de menos, casi nunca me han importado las construcciones como tal, aunque debo aceptar que una universidad pequeña, ha servido para que fuera más fácil encontrar a otras personas y de paso encontrarme un poco más conmigo mismo. Entrar a la carrera de filosofía, era para mí, algo distinto a un sueño cumplido, a una meta lograda, significaba ponerme más cargas encima. A veces me pregunto si debí haberme quedado trabajando tiempo completo en la empresa y tal vez en este momento ya tendría mayores bienes materiales, pero luego llego a una clase y se me pasa. Desearía poder ser en la práctica como el vagabundo del poema de Robert Louis Stevenson quien no desea nada más allá de un poco de paz y un camino, pero en el poema de Stevenson tampoco se puede inferir que el vagabundo realice alguna acción en pro de los demás. A causa de lo que he aprendido estos años, ya no puedo desear simplemente paz, cielo y camino. Ahora considero necesario la paz, el camino, y el cielo para todos.  

 

"epitafio en vida: "Si está leyendo esto... Sí, señora, usted está en la tumba equivocada"

https://youtu.be/tCu0YkB37-0


 

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