domingo, 19 de julio de 2020

Autobiografía ficcionalizada de Julián Conde.

Autobiografía ficcionalizada de Julián Conde.


1. Primer Quinquenio.


Los primeros años de la vida nos marcan y nos forjan un carácter, en ellos desarrollamos una manera de sentir; el modo en que nos relacionamos con el mundo está delimitada por el asombro y la curiosidad, es una suerte que durante ese tiempo en el que somos tan frágiles tengamos cerca a familiares que se encarguen con cariño de nuestro cuidado y de nuestra formación.
En un ejercicio por evocar esos primeros años lo que primero se manifiesta en mi memoria es que en las mañanas al despertar la habitación estaba muy oscura y no había nadie allí pues, mi tía había salido temprano al colegio y mi mamá había salido a la universidad, en ese momento del día estaba solo con mi abuelo en casa; cuando él se percataba de que yo estaba despierto entraba en la habitación y abría las cortinas, prendía el televisor y ubicaba el canal Señal Colombia para que yo viera el programa Plaza Sésamo mientras él me preparaba un rico desayuno con cereal y salchichas. Me gustaba mucho la canción introductoria de ese programa y era mi preferida, lo que recuerdo de mis primeros 5 años está relacionado con ella y me remite a recuerdos sobre el cuidado y la crianza que mi abuelo me dedicó.
Era una rutina que me agradaba, ambos nos hacíamos compañía en la mañana, después a medio día sacábamos el automóvil e íbamos a recoger a mi tía al colegio, éramos tan puntuales que llegábamos con tiempo de sobra y podíamos comer helado mientras ella salía, armábamos una pequeña pelota con las servilletas que nos habían quedado y jugábamos futbol.
Los días trascurrían de esa manera, mi afición por Plaza Sésamo crecía por lo que, me regalaban peluches de los personajes, para esa época se manifestó en mí una enfermedad respiratoria crónica, en ese entonces no entendía por que no podía correr tranquilamente sin que mis pulmones se cerraran y dejara de circular el aire por ellos, no entendía por qué muchas noches debíamos salir en el auto a alguna clínica a que me realizaran terapia respiratoria y me pincharan con agujas que tenían un líquido denso que al entrar en mis venas producía ardor  (fue algo con lo que tuve que aprender a vivir, más grande comprendí que ese líquido era corticoide que dilataba los bronquios para normalizar la reparación, entendí que debía volverme fuerte para que mis pulmones mejoraran). Durante las estadías en la clínica, que podían ser más de una semana, me regalaban libros de Plaza Sésamo para que leyera y coloreara, esto permitía que siguiera relacionado con mi programa preferido; seguramente querían generarme el hábito de la lectura y aprovechaban mi fijación con tal serie de televisión para que me emocionara al recibir un libro con contenidos sobre ella, seguramente querían que mi estadía en esos lugares amplios y fríos fuera más amena. 

2. Segundo quinquenio: "La Finca”, entre los 6 y los 10 años de edad.

Los primeros acercamientos con la naturaleza son maravillosos, conocer los aromas de las plantas, conocer los colores de las flores, visitar yacimientos de agua muy cristalina, identificar los distintos insectos que recorren el suelo, percibir el aroma de los fogones de leña son experiencias significativas que perduran a lo largo de la vida.

Los primeros acercamientos con la naturaleza son maravillosos, conocer los aromas de las plantas, conocer los colores de las flores, visitar yacimientos de agua muy cristalina, identificar los distintos insectos que recorren el suelo, percibir el aroma de los fogones de leña son experiencias significativas que perduran a lo largo de la vida.

Uno de esos primeros acercamientos a la naturaleza me remite a la finca, este era un lugar ubicado en la vereda El Tigre cercana a un pueblo llamado Pradilla, la carretera era una trocha en la que se veían asnos, caballos, gallinas, pavos, perros, gatos, vacas. Era un lugar que visitábamos al menos cuatro veces al año, íbamos con mi abuelo, mi hermano y mis dos hermanas, era una paseo muy divertido pues cambiábamos por completo el paisaje al que estábamos acostumbrados, allí habían matas de plátano que contaban con hojas que nos parecían gigantes, habían enormes arboles de los que bajábamos mandarinas, naranjas, bananos, limones y mangos; con mis hermanos jugábamos a recolectar la mayor cantidad de frutas para después comerlas y terminar con las manos y la ropa repleta del jugo de los frutos, por lo que, nos dirigíamos a una enorme alberca de la que sacábamos agua para limpiarnos, esto también nos refrescaba pues la temperatura era muy alta. En la finca tomábamos guarapo de una totuma, no nos gustaba mucho por su fermento, pero era algo que se acostumbraba tomar en casi todo el terreno rural de Colombia, según nos contaban.

Creíamos que en la finca encontraríamos los restos de una guaca, dado que, habíamos oído en repetidas ocasiones historias de personas que lograron encontrar tunjos de oro o elementos de la época precolombina bañados en oro o esmeraldas, fascinados por tales relatos nos adentrábamos en busca de algún tesoro. 

Las visitas a ese lugar estaban acompañadas de magia, la atmosfera, la energía y el ambiente eran una maravilla, había pequeñas lagartijas que perseguíamos, había tímidas ardillas que escalaban los árboles, encontrábamos distintas flores de colores hermosos, en esos momentos aprendí a compartir con mis hermanos y me uní mucho a ellos. Durante la inspección del terreno encontrábamos caña de azúcar que cortábamos por la mitad para comer y beber su jugo, para nosotros era como una golosina que anhelábamos desde muy temprano en la mañana cuando iniciábamos el camino por carretera hacia la finca.

3. Tercer quinquenio: La guitarra entre los 11 y los 15 años de edad.

 

Durante la adolescencia es importante encontrar algo en lo que seamos buenos y dedicar tiempo en ello, puesto que, nos ofrece seguridad y nos permite invertir el tiempo de manera sana y constructiva. En ese sentido, pienso en el momento en que me presentaron la guitarra, en principio me enojaba y me frustraba por que no podía acomodar bien mis dedos, cuando pisaba las cuerdas no lograba un sonido limpio, había ciertas notas que se me dificultaban y me producían dolor en la mano, pero con el tiempo fui superando esas falencias y logré interpretar canciones de mis grupos musicales preferidos, pasaba de tocar composiciones de Led Zeppelin a piezas musicales de Bach o Tchaikovsky. 

La guitarra en la que tocaba era de mi abuelo por lo que solo podía tocar en ella cuando iba a visitarlo, pero eso cambio cuando recibí mi primera guitarra acústica, esto fue muy emocionante y me motivo a mejorar y volverme más hábil. A la edad de quince años recibí mi segunda guitarra, esta era eléctrica, me permitía explorar sonidos más distorsionados y fuertes, era un nuevo juguete con el que podía avanzar aún más, a pesar de que llegue a descuidar otros aspectos no me arrepiento pues gracias al tiempo dedicado a ese instrumento logre cierta destreza. Aunque mejoraba en técnica era consciente de que la actividad musical era un perpetuo aprendizaje, siempre llegaría alguna persona que podría enseñar algo nuevo, siempre habría alguna canción con un rango de exigencia mayor al de las anteriores. En algunos momentos siento que quisiera dedicarle muchísimo más tiempo a la música, pero las ocupaciones y los compromisos no cesan por lo que, los espacios para seguir tocando y aprendiendo se han reducido, siento que los momentos en los que puedo interpretar alguna canción o improvisar en mi guitarra son como un bálsamo, esos instantes logran abstraerme de las preocupaciones y los afanes. 

La experiencia con la música es algo que no cambiaría por nada, a partir de ella encontré goce y regocijo, la guitarra me relacionó con distintos géneros musicales que traían nuevos estilos y retos. Este instrumento me doto con disciplina y persistencia, cualidades que he requerido a lo largo de mi vida para distintos ámbitos.

4. Cuarto quinquenio: “Tigre y Corven”, entre los 16 y los 20 años de edad.

 

Los amigos leales e incondicionales son un tesoro, ellos sellan un vínculo para toda la vida, así que, hablare de dos personajes que son trascendentales en lo que ha sido mí vida. A la edad de 16 años recibí a Tigre mi primer amigo incondicional, inicialmente él era tímido y muy juicioso, aprendió trucos y reglas básicas; a medida que fue creciendo se fue volviendo más fuerte e imponente, pero guardaba en su corazón la nobleza de un cachorro, le gustaban los paseos largos, correr en el parque y jugar con sus demás amigos perrunos. A los pocos meses adopte a Corven mi segundo amigo incondicional, llego a casa con menos de un mes, dudábamos de si sobreviviría pues era muy chico y no podía conservar bien la temperatura de su cuerpo, a pesar de ello, con mucho amor y cuidado logramos que creciera sano y fuerte; Tigre ayudo a criarlo, le enseño lo que sabía sobre cómo ser un buen perro, se volvieron inseparables y jugaban hasta altas horas de la noche (seguramente se adaptaron a mis hábitos noctámbulos y me acompañaban en las madrugadas).

Pienso que la llegada de Tigre y Corven a mi vida no fue un hecho aleatorio o casual, supongo que su compañía tiene una misión muy clara que es enseñarme a cuidar con cariño, entrega y respeto a quienes amo; así mismo, ellos me han enseñado sobre la transitoriedad de las cosas pues sé que su tiempo en este mundo no es tan largo como el mío, pero a pesar de ello siento que cada día al lado de ellos es un precioso regalo.

Pienso que la llegada de Tigre y Corven a mi vida no fue un hecho aleatorio o casual, supongo que su compañía tiene una misión muy clara que es enseñarme a cuidar con cariño, entrega y respeto a quienes amo; así mismo, ellos me han enseñado sobre la transitoriedad de las cosas pues sé que su tiempo en este mundo no es tan largo como el mío, pero a pesar de ello siento que cada día al lado de ellos es un precioso regalo.

5. Quinto quinquenio: Aprendizaje, entre los 21 y 25 años.




A pesar de que, en todas las épocas y en todos los años de la vida puede haber experiencias que aporten conocimientos significativos siento que durante este lapso he contado con la claridad y la objetividad para entender muchos acontecimientos de mi vida y he comprendido su importancia. Así pues, el acontecimiento más importante de este periodo de tiempo es entender y aprender a partir del cumulo de experiencias que he adquirido, es decir, el aprendizaje sobre el ayer..

De seguro en el futuro vendrán más años en los que aprenda cosas muy valiosas, sin embargo, siento que en este quinto quinquenio he tenido la oportunidad de conocerme a mí mismo y trabajar en mis fortalezas y falencias, he aprendido sobre el amor, el mundo, las decisiones fuertes; he aprendido a manejar el dolor de tener que despedir a un ser amado antes de que deje su recipiente de carne y huesos para que su alma o su ser transite libremente hasta que sea nuevamente polvo de estrellas y se articule una vez más al ciclo energético y vital del cual hace parte.

6. Epitafio.


 


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