domingo, 19 de julio de 2020

Autobiografia brachnos militsos

Autobiografía ficcionalizada de Brachnos Militsos

Por: Camilo Cadena



1er quinquenio: Toma lo tuyo

https://www.youtube.com/watch?v=pT_vHzZWPco

Mis primeros cinco años de vida encierran juegos, sollozos, risas y peleas, y por supuesto el prescolar. En aquel sitio se escuchaba la canción “Sammy el heladero” una de las canciones que recuerdo con mayor nostalgia, me gusta el ritmo, sobre todo el del coro, además de los helados. Pero no todo fueron rondas infantiles, como ya lo había mencionado hubo peleas, muchas peleas, cabe preguntarse que tan violento puede llegar a ser un niño de cinco años, o mejor aún, si tiene algún tipo de conciencia sobre la violencia que ejerce, pero de lo que, si estoy seguro, es que los recuerdos traumáticos de esa violencia perviven en la memoria. Todo comenzó en la escuela o como me gusta llamarla ahora “sitio para el control del hiperactivismo en la niñez”; cuando uno imagina un salón de escuela en grado prescolar, se le viene a la cabeza gritos, niños corriendo, pintando, bailando, cantando, haciendo manualidades y también travesuras. Pero uno no se imagina la maldad de los niños, tal vez, porque se nos ha vendido la idea de inocencia e ingenuidad de los chiquillos, yo personalmente no recuerdo esa maldad en mí, pero a través de mi madre, según sus propias palabras, era un niño “terrible” no por feo o deforme, sino quizás, por ser atrevido e inquieto.

Pero ¿Cómo? ¿yo atrevido e inquieto? No son características que me definan hoy día, algo paso, algo me transformo, las causas pueden a ver sido muchas, pero nada como una dosis de cruda realidad para comprender que significa el respeto, a veces las palabras redundan, aburren, confunden, pero los hechos, los actos, en algunas ocasiones se convierten en el mejor maestro que se pueda tener en la vida, como dice Rubén Blades en una canción “maestra vida camara’ te da, te quita, te quita y te da”; y es que yo a las cinco años era el “chacho” del jardín, el mas parao’ el mas avión, el mejor, nadie podía conmigo, tal vez las profesoras me decían algo así como “respeta a los demás” “el respeto es un valor fundamental” y bla bla bla, pero nada de eso sirvió, hasta que claro, me avanzaron de curso, al más terrible, al más cansón, lo ascendieron, y la verdad no fue por inteligente, la razón fue que le pegaba y abusaba de mis compañeros hasta que se aburrieron de mí, se venía un nuevo reto, un nuevo curso, nuevos compañeros y nuevas experiencias.

Que épocas, ojala las volviera a vivir, volver a contemplar aquellas experiencias, como el primer beso debajo de la mesa, la comida repetitiva y agradable, me gustaría recordar las onces, las medias nueves, las medias tardes y las medias noches, épocas de coladas y galletas, de yogures y chocolatinas y también de una que otra fruta, como el banano espichado; pero la experiencia que mas recuerdo fue la primera caída de unas escaleras, aunque en realidad no me caí, sino que me empujaron, ¿Quién fue? No lo sé, no recuerdo ni su nombre, ni figura, tan solo se, que, en ese preciso momento, aprendí lo que significa el respeto y la importancia que tiene este para la supervivencia de mi persona y la convivencia en comunidad. Recuerdo todo, era una tarde soleada, una escalera que tenia una curva en la parte de arriba, baldosines negros con blanco, una puerta blanca, no habían barandas, las paredes eran de un color beige o similar, tal vez un verde claro; y hasta aquí llego el chacho, el atrevido, el inquieto, cuanto extraño estas cualidades hoy día, pero a cambio de esas, ahora me considero noble y respetuoso, cualidades que me pudieron a ver ahorrado muchos problemas en una sociedad tan violenta como la nuestra.

2do quinquenio: el que persevera alcanza



Me gusta el futbol, quizás porque es el deporte mas popular, tal vez porque fue lo primero que aprendí a jugar en el barrio, de pronto porque a los 7 años me percate de la sensación de perder por medio de un partido, pero lo que más recuerdo de mi practica con este deporte es el paso fugaz por una escuela, esta vez, enfocada al futbol. Mi tío, el universitario, y lo mas cercano de esos tiempos a una figura paterna, me acompaño a la primera clase, habían pasado algo así como 10 años en donde mi tío había vestido el uniforme de la escuela, me contaba que había sido muy talentoso, con grandes proyecciones hasta que… la historia de siempre, tuvo una lesión. Allí estaba yo, en el centro del campo, siendo presentado por mi tío al entrenador, se conocían de las épocas de los 70´s donde los jugadores de futbol jugaban con pantalonetas mucho más apretadas y estaban de moda las patillas y los peinados graciosos.

Pero bueno, en la época de mi debut estábamos en el 2003, el entrenamiento era los sábados y domingos entre las 7 de la mañana hasta medio día, mi división era la infantil, poco a poco fui desarrollando mis habilidades y jugando partidos contra otras escuelas, hasta que por una crisis económica de la familia no pude pagar la matricula, así que ese mes no puede asistir a la escuela, el siguiente tampoco, y al siguiente tampoco, paso algún tiempo considerable hasta que me hubiera podido reintegrar. Mis compañeros ya entrenaban entre semana, algunos fueron seleccionados para representar a la escuela en un torneo, y yo de nuevo retomando el ritmo de competencia; me gustaba jugar de lateral en las bandas, era bueno corriendo con el balón, aunque me faltaba mejorar en el control, tirar mejores centros y tener una mayor resistencia.

Comencé a desanimarme, ya no estaba mi tío para recordarme sus épocas gloriosas, a partir de ahora la motivación debía ser interna, pero mi motivación y alegría no estaba en el futbol real sino en el virtual. Después de un fuerte regaño por parte de mi entrenador por haber llegado tarde al entrenamiento, no volví a pisar la gramilla del estadio, no quise volver, Salía de mi casa con guayos, uniforme y bebidas hidratantes para la casa de la vecina, a jugar futbol, pero esta vez en máquinas, aunque no siempre jugaba futbol, algunas veces me la pasaba intentando sacar combos en juegos de peleas, o también jugaba carreras de automóviles, así pasaron varios fines de semana hasta que me descubrieron, la pregunta fue ¿Dónde estabas? La respuesta muy serena fue “en la escuela” ¿y porque no llevaste el uniforme? Confiado, revise la ropa que tenía debajo y efectivamente no me había puesto la pantaloneta ni la camisa, las había dejado encima de la cama. Esa fue de las primeras veces que me cogieron diciendo una mentira, no podía ocultar más la verdad, así que confesé que no había vuelto, cuando mi mama pregunto ¿Por qué? Respondí, Por qué me aburrí.

Pero ¿Por qué me aburrí si de verdad me gustaba jugar futbol? Podría hacer como los políticos de mi país, echarle la culpa a los demás, a la crisis económica, a la falta de vigilancia y acompañamiento, al regaño poco pedagógico de mi entrenador, pero en realidad creo que fue algo mas personal, una lucha consigo mismo, que libró aun hoy día, son las tensiones entre lo que llaman la zona de confort, la ley del mínimo esfuerzo y la disciplina, la constancia, tal vez en esos momentos no comprendía que aquellas escuelas además de ejercitar el cuerpo eran también escenarios para acondicionarnos ante la vida, en donde se enseña que todo logro requiere de un mínimo de esfuerzo, donde los frutos requieren de la constancia de regarlos todos los días, lo difícil no es hacerlo bien un día, lo difícil es hacerlo bien todos los días. Y para ello es necesaria la motivación y el compromiso. Y creo que a causa de esto hoy día no soy futbolista.

3er quinquenio: el vicio

La adolescencia es de las etapas más confusas y difíciles que puede haber en la vida, momento de apasionamientos, enamoramientos e intensidades, agradezco haber vivido en un barrio popular y no en un conjunto cerrado de propiedad horizontal como lo estoy haciendo ahora; de esta etapa de la vida tengo mayores recuerdos que de los anteriores quinquenios, sin embargo, es la ansiedad y la saciedad lo que mas recuerdo de esta época. Como a muchos hombres y mujeres de mi generación les paso, experimentamos la transición de lo tradicional y convencional a lo tecnológico e informativo, el rápido avance de la tecnología nos ha transformado como seres, ahora anhelamos tener los mejores productos electrónicos, los más avanzados, los más novedosos para vivir la realidad virtual, nos saciamos rápidamente de este contenido y volvemos al inicio de la ansiedad para experimentar algo nuevo. A mi me paso con mi primera adicción, los videojuegos, mi primera consola fue la play station 2, pero tuvo a haber pasado mucha agua debajo del puente para tenerla.  

Antes habían juegos como yermis, ponchados, y el famoso “rejito quemao´” pero el tiempo avanza y con ello las costumbres y por supuesto las maneras de divertirse, tal vez uno a los 11 años de edad esta muy grande para jugar estas cosas, de pronto el barrio cambio y ahora había mas desconfianza al salir a la calle, los mayores hablaban de vicios, de bandas, de muchachos de arriba para abajo, en fin, yo había nacido en aquel barrio, sea lo que fuera, la diversión ahora era en espacios cerrados, al frente de un televisor. Al principio la novedad era la play station 1 por supuesto antes había existido el poly station, pero no era lo mismo, aparecen títulos como crash bandicoot, pepsiman, metal gear sold, pro evolution soccer etc. Se requería de dinero para poder ir a salas de juegos, espaciosas, con rejas encerrando la consola y un letrero que decía “500 pesos por dejar caer el control”.

mis primeros actos punibles fue haberle quitado dinero a mi abuelita y a mi mama para ir a jugar videojuegos, mucho dolor pude haber causado a mi familia con estas acciones, muchas peleas y desconfianzas se cernieron a mi alrededor, todo por la ansiedad de ir a jugar y saciarme después de haber estado pegado a una silla por mas de tres horas, todo eso tuvo su límite algún día, el costo fue muy alto y fueron las lágrimas de mi mama, a raíz de aquello nunca volví a realizar estas acciones desagradables. Sin embargo, mi gusto por los videojuegos no había desaparecido, y aproveche una festividad cristiana, con fuertes nociones de consumismo, para pedirle a un niño que era dios, que intercediera ante la divina providencia para que tuviera la PlayStation 2, y efectivamente así paso, posteriormente, después de haberme portado divinamente, alcance la gloria, una consola personal, fueron muchas desveladas los primeros meses, hasta que con el paso de los años harte a la ansiedad y la llene de saciedad, pasaron muchos meses antes de volver a jugar, cayo en desuso, y al final la termine vendiendo para conseguir dinero y poder irme a viajar, hoy día la extraño, sus juegos emblemáticos como San Andreas, Bully, Def jam, Burnout, God of war, Need for speed, etc, me hacen falta.

 

4to quinquenio: las cuchas

La fortuna de tener familia es algo indescriptible no importa si esa familia está completa, en mi caso fue el hombre el que nunca estuvo, en cambio de eso tuve una persona a la que denominan “mama soltera” fenómeno común de este país, también estuvo mi abuelita que hacia las veces de papa porque era la que imponía normas y enunciaba los regaños. La convivencia nunca ha sido fácil en ninguna circunstancia, sin embargo, no podemos concebirnos sin el otro, sin una comunidad a donde pertenecer; durante un viaje largo que realicé al sur del continente comprendí que lo importante para sobrevivir es tener comida y un techo, el resto es ganancia, y la familia representa eso, un techo, un bienestar, una seguridad, tranquilidad. De seguro todos los hogares no son iguales, conozco algunos donde hay mucha violencia, sin ningún tipo de tranquilidad, a pesar de haber dinero para hacer mercado; por ello dar las gracias por la familia que tengo y que no escogí, no podría, expresar los adjetivos positivos para describirlas a ellas y también al destino que tiro los dados para que pudiera llegar a ser lo que soy.

Los sueños también se los debo a ellas, en particular a mi mama, la persona que más me inculca aquello de “ser alguien en la vida” la fortuna es temporal, los sueños son eternos, pero para alcanzarlos y hacerlos inmortales hay que enfocarse en el momento presente, en el instante, para perseguirlos y conseguirlos, es importante tener la tenacidad de la constancia, y como ya lo he dicho la motivación, sin desconocer que los sueños son propios, las alas prestadas, pero el viento es la fuerza, el norte, el horizonte y ella representa eso para mí, en mis ansias por volar hasta saciarme y empezar a descender para que finalmente mis restos descansen en algún lugar del mundo. Mis esfuerzos por volar no son tan solo los míos propios, son el esfuerzo de personas que vienen detrás mío, que me vienen alentando, gracias a ellos tengo los pies sobre tierra firme, mirando las estrellas con ganas de alcanzarlas, de unirme con el cosmos y volver a vivir la misma vida, con las mismas personas, y quizás otros sueños, en un ciclo interminable de regeneración de la vida.

5to quinquenio: la caída  

La bicicleta es un medio de transporte ideal, amigable con el ambiente, exigente con el cuerpo físico, además te obsequia la posibilidad de ver paisajes y reflexionar al aire libre, siempre he dicho que es preferible hacer una historia montando bici, a que se la cuenten a uno en algún medio masivo de transporte, montando bicicleta la reflexión es más libre, más contextual, mientras que en los buses hay mucha lamentación y absurdos, en fin, si fuera alcalde de alguna cuidad haría un casting alrededor de los actos que se presentan en dichos escenarios móviles. Pero que quede claro que apoyo la movilización en dos ruedas, con toda la protección y luces requeridas y necesarias.

Hay algo más que me gusta aparte de montar bici, eso es ingerir alcohol, aquella bebida milenaria que ha evolucionado a lo largo de la historia y ha desarrollado las mas diversas variedades y formas de hacerlo, existe de todos los precios, marcas y sabores, cada lugar del mundo tiene alguna bebida alcohólica representativa, la de mi país es el aguardiente, eso sí hay de todas las calidades y varia en grados de alcohol de acuerdo a la región donde se ingiera, particularmente no me gusta, sobre todo sus efectos guayaberos, prefiero el ron o la cachaza, tal vez, hasta el guarapo, todo depende de lo que haya en el fondo del bolsillo.

Pero mezclar, dos pasiones, dos gustos, dos habilidades no siempre es bueno, existen enemigos per se entre sí, binomios irreductibles, el agua y el aceite, el ángel y el demonio, la vida y la muerte, hay muchos ejemplos, pero mi evocación es a la mezcla del alcohol con el ciclismo, aunque se diga que los borrachos ahora son ciclistas, es mejor no andar en cicla borracho, o por lo menos con casco, o tan siquiera despacio, cuando menos acompañado. Ninguna de aquellas posibilidades estuvo presente en mi acontecimiento y esto tuvo sus consecuencias.

 Epitafio


 


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