martes, 21 de julio de 2020

Autobiografía Ficcionada de Quarks Botton

Autobiografía Ficcionada de Quarks Botton Por: Daniel E. Perilla Méndez

 
 
 
Primer quinquenio: Brújula Mágica.  
 
 
Quark Botton nació una mañana como todas las mañanas, tibias y sonrientes. En un hospital como ningún otro hospital, frió y triste. De ese día no recuerda sino:
 
El color café oscuro de los ojos de aquellas enfermeras que corrían por los pasillos en una competencia de los 100 metros planos. 
 
 
El número de las placas de un carro sin ruedas blanco en el que estuvo a punto de ser intoxicado.
 
La mirada de un gato asustado que enfermo tosió ¡Ouhhj! ¡Ouhhj! ¡Ouhhj! A causa de la polución generada por una tostadora atascada.
 
El sabor a tierra mojada de una pared de patio trasero donde cuerdas de tender ropa contaban  algunas historias de países lejanos. 
 
El barco estancado en un cuarto cerrado en donde una capitana, armaba y desarmaba castillos de arena en el agua. De vez en cuando gritaba a algún marinero por no recoger la atarraya. 
 
La sensación vibrante de romper porcelanas en las tardes inquietas de una casa construida de retazos de tela arrugada.
 
El tono de un pez cantante de lujoso traje quien salió de gira sin llevar equipaje. Después se supo que vivió en una mansión sin estanque.
 
El teclado abandonado que se disputaba ese puesto honorifico con la guitarra, mientras una grabadora desfilaba por toda la casa acompañada de algunos casetes que a la moda andaban.
 
La pintura de un ogro extraño que muerde una mesa sin darse cuenta que es una mujer desnuda que lo está mirando.
 
El movimiento de unas sillas que juegan fútbol para ganarse alguna copa que no sea de vino amargo sino de chiches Dragus que traigan el tatuaje.
 
El entusiasmo de viajar a tan alta velocidad cada vez que se encendían los motores de una máquina de coser carreteras y botones.
 
La dirección de un castillo empedrado en el que a la entrada un dragón enojado acechaba. Y  una princesa esperaba ser rescatada para convertirse en la ama de casa de un plomero bigotón endeudado.  
 
 
El olor a granizo que inundaban las casas y la pólvora de noche buena que con gran estruendo explotaban.
 
 
Eso recuerda Quarks Botton de ese día,  mientras retrocede la cinta de un Betamax oxidado y recibe un mensaje en su Beeper recién comprado. 
 
Segundo quinquenio: Estadio de fútbol dentro de una casa
 


El patio de la casa es el lugar que más disfruta Quarks Botton pues es un lugar enorme, es tan grande que se dice que en los lugares más lejanos habitan toda clase de seres extraños, algunos cuentan que de esos lugares provienen esos pequeños seres que caminan solos por la noche robando algunos pensamientos que la gente cuelga en las ventanas, también se dice que en esos lugares lejanos hay algunos dinosaurios de madera y de plástico que utilizan zapatos.
 
Pero lo que más disfruta Quarks Botton de ese gran patio es el estadio de fútbol el cual tiene capacidad para recibir más de un millón de espectadores y en donde se han disputado los más prestigiosos torneos. Destacándose los torneos de invierno en donde el agua es el protagonista, pues llega a inundar todo el estadio lo cual hace de los encuentros mucho más disputados, y a lo lejos los árbitros que gritan ¡Para adentro que se está mojando!
 
También en este inmenso patio se llevaron a cabo reuniones familiares a las cuales Quarks Botton asistía llevando sus mejores trajes, como los overoles de jean que nunca desentonaban y alguna que otra gorra que le ocultaba de las miradas de algunos invitados no tan deseados, entre ellos las tías besuconas, los postes de alumbrado, las camillas rotas, los pajarracos desplumados.  
 
Tercer quinquenio: Comedor de cosas redondas y brillantes
 
 
Quarks Botton camina constantemente con su aparato que come cosas redondas y brillantes pues disfruta mucho de su compañía, es su mejor aliado tanto así que cada ocho días Quarks Botton emprende un largo viaje hacia el centro de una ciudad perdida en busca del alimento para mantener a su buen compañero.
 
Es una difícil travesía, inicialmente hay que recoger de los arboles camino a la escuela monedas de 100 que se cosechan cada día, seguido de esto se debe abordar los cajones de mirada ofensiva que transitan por las vías sin recoger abuelas o libros de poesía, finalmente se destapan puertas corredizas que llevan a las minas de cosas redondas y brillantes en donde trabajan duendecillos de cabellos largos y caras curtidas.
 
Cada cosa redonda y brillante después de ser digerida se almacena ordenadamente de la O a la F en un  estante que de vez en cuando camina para estirarse o relajarse mientras Quarks Botton camina a su escuela con su amigo sin preocuparse.
 
 Cuarto quinquenio: Ozzy
 
 
Ozzy es un personaje que conoció Quarks Botton  en una tienda de disfraces, un tipo intrépido y divertido. Muchas veces se le vio rondar las calles cuando el sol aún se encendía, otras veces se le vio volar sin paracaídas y mientras eso sucedía war pigs sacudía.
 
Ozzy come galletas y toma té en las tardes con sus tías pues es todo un caballero de familia. Y como todos los habitantes de esta ciudad  Ozzy barre su casa todos los días. Los fines de semana Ozzy asiste a la iglesia de Doña María a donde Quarks Botton no asiste desde que llovió para arriba, pues se dice que allí comen obleas sin arequipe o mermelada y del queso ni se diga.   
 
Ozzy vive en un castillo embrujado de ahí que tenga la terrible maña de no salir en verano y cuando sus amigos le preguntan del por qué no salir en verano señala que tiene miedo de salir bronceado. Algunas veces Ozzy toca el teclado y ameniza el espectáculo de un circo de leones enjaulados y piratas embriagados. La última vez que Quarks Botton escucho a Ozzy este le recomendó no creer en astrología ni en ratas de alcantarilla que con grandes discursos inventan mentiras y se regocijan.
 
Quinto quinquenio: Ola Quarks
 
 
 
Quarks Botton se levanta como es costumbre cuando oye a su gato maullar.  El sol se apodera del asfalto, la noche ha muerto y un nuevo día llegó.  Pero antes de salir de su sótano a caminar, Quarks Botton recoge y guarda lo que ha quedado impregnado en el techo y las paredes de un sueño fugaz.  
 
Un día de estos, Quarks Botton divagando en su pensar, cruzo y giro en la esquina de la barra de un alegre y despreocupado bar y dando un paso al frente termino en la costa de un espeso y agitado mar. Y mientras avista grandes aves de rapiña por el cielo surcar,  por una gran ola con dientes afilados fue arrastrado y devorado dentro de aquel oscuro mal. Hasta que Quarks Botton oyó a su gato maullar.
 
Otro día de repente Quarks Botton cabalgando sin ensillar por un largo sendero recorrió caminos sin mirar hacia atrás, algunos lo llevaron por lugares muy apartados de la ciudad pero de una belleza sin igual, ríos de aguas de cristal,   frondosos árboles sin fin que alcanzar, montañas desde donde se podía observar los gigantes fundirse en un beso sabor a sal.
 
Epitafio

 
Aquí yace Quarks Botton jugador incansable  del azar que por observar las estrellas a un acantilado fue a parar. Pero aquí también yacen algunas noches trasnochadas, algunas velas gastadas, algunas copas usadas, algunas risas calladas, algunas ciudades caminadas, algunos cigarros fumados, algunos libros marcados, algunas fotografías tomadas y algunas horas perdidas.
 
Recuérdenme como aquel que vivió y murió pensando que para triunfar hace falta levantar los ojos a las estrellas y mantener los pies firmes sobre la tierra...hasta que oyó a su gato maullar 💤💤💤
 


 
 
  
 
       
 
 
 
        
 

     

 


No hay comentarios:

Publicar un comentario