Autobiografía
Ficcionalizada de Alguien
Yenny Carolina Merchán Garzón
Ellas, a quienes
adoro y extraño tanto en esta época de pandemia. Las quiero mucho, perdón por
lo aprovéchalas los suficiente cuando las tuve cerca.
Primer Quinquenio: Duérmete niña
La canción que a mi memoria se cuela
con mayor premura e importancia y por sobre todas las otras canciones,
considerando mi edad hasta los 5 años, es una canción de cuna que mi amada
madre cantaba para arrullarme o tranquilizarme.
Este trabajo me permitió descubrir
varias cosas bastante curiosas, me llenó de bastante asombro lo que encontré y
sentí la necesidad de tratar de relacionar y darle al sentido a la razón por la
cual me cantaban esta linda canción que evoca en mí una sensación de tranquilidad
y amor, amor de mi querida madre.
En primer lugar, les dejare el fragmento
más significativo y que recuerdo con mayor claridad, que me cantaba ella:
“Duérmete niño que tengo que hacer,
Lavar los pañales,
Y hacer de comer”
Ese es el fragmento que recuerdo con mayor claridad, quizá ella me cantaba otras partes que no recuerdo o la canción se queda solo en esa primera parte, sin embargo, para completar las instrucciones del ejercicio, busque en YouTube la misma canción y lo más similar que puede encontrar fue lo que ustedes escucharan en el siguiente link;
Duérmete
mi niño
Noté que esa pieza musical era en
YouTube lo que más se asemejaba a la versión de mi mamá, así que quise indagar
un poco mas en internet, y me tope con que esa misma canción de YouTube es de
origen venezolano, adjunto la letra:
Duérmete mi niño
Canción de cuna
Duérmete mi niño,
que tengo que hacer
Lavar los pañales, darte de comer.
Duérmase mi niño que tengo que hacer
Lavar los pañales y darte de beber.
Ese niño quiere que lo duerma yo
Que lo duerma la madre que lo parió.
Ese niño quiere que lo duerma yo,
lo duerma la madre que lo parió.
Entre comentarios que encontré
sobre esta canción, algo que me pareció muy curioso es que varias personas
venezolanas coincidían en identificarse con que al escuchar el himno nacional
recordaban inmediatamente la canción de cuna, hice el ejercicio de escuchar
ambas canciones por separado y luego reproducirlas al tiempo y a pesar de que
no eran las mismas velocidades, sí que había una similitud en el ritmo de ambas
piezas musicales.
Ciertamente, la letra de da
canción que mi mamá me cantaba no es idéntica a la canción original, pero le
hayo sus similitudes. Y una de las razones que me hace pensar que la versión de
mi madre se acerca a la versión de origen venezolano es por el hecho mismo de
que somos del llano, cosa que por ubicación geografía hace que Venezuela sea en
su gran mayoría llana y culturalmente las personas sean llaneras, esto me hace
pensar que la cultura llanera no se distingue entre países, más bien, que se
logra extender más allá de las fronteras y que quizá mi madre me cantaba parte
de una canción venezolana porque se comparten una cultura y geografía similar.
Esta canción es para mí, uno de
mis mejores y más amados recuerdos, cuando estoy angustiada recuerdo los
momentos en los que mi madre de cantaba, para poder sentirme un poco más
tranquila. Ella me cantaba no solo para arrullarme al dormir, también
tranquilizarme cuando tenía ataques respiratorios, pues como no podía respirar
bien me desesperaba, ya que de pequeña tuve ir algunas veces al médico para me
colocaran oxígeno, así que cuando estábamos en casa y no podía respirar bien,
mi mamita y yo nos acostábamos juntas y ella me cantaba la canción para que pudiera
Segundo Quinquenio: Mi raíz desenraizada
Mi lugar de origen
El Río Ariari
La finquita, mi hogar, mi origen, mi nacimiento, mi tierra, mi dolor
Crecí recordando y
moriré anhelando este lugar.
Soy de una vereda, de Caño
embarrado en el Castillo Meta, nací a las 7 de la noche en la finca de mi
abuelita, la finca estaba en la parte media de la Cordillera Oriental, una vez
esta termina se despliega inmensamente la planicie llanera.
No nací en un ambiente
hospitalario, ni con médicos alrededor, quien me recibió al mundo fue una
partera indígena, no sé si aun siga con vida, pero fue quien estuvo atenta al
embarazo de mi madre e intervino en su trabajo de parto, le debo mi vida a
ella, a mi madre, a mi padre y a mis ancestros que hicieron posible la vida de
mis padres.
A los dos años de haber nacido
mis padres y yo tuvimos que irnos de aquellas tierras entre planicie y
montañas, por cuestiones de violencia. Las raíces de una pequeña fueron
arrancadas y trasplantadas en otro lugar para que pidiera florecer mejor.
Entre mis 6 y 10 años fue la
época en que mas pude viajar a mi tierra y sin embargo son contadas las veces
que eh viajado al llano, unas 6 veces a lo largo de mis 20 años, son pocas
veces para mí.
No importa cuantas veces vaya,
siempre quiero volver allí, volver a reencontrarme con la tierra que me vio
nacer, a conectarme con la energía de aquel lugar que siempre anhelo, siempre
me llama, a veces creo que los espíritus de mis abuelos me llaman, espíritus de
las montañas en las que ellos cultivaron. Es difícil de explicar el sentimiento
de necesidad que se evoca desde mi interior por querer volver a aquel lugar
donde hecho raíces por vez primera.
Tercer Quinquenio: Patines de cuatro ruedas para dos rodillas
El primer deporte que hice con
real dedicación fue el patinaje artístico, hermoso deporte, doloroso pero
hermoso, al fin y al cabo, ya entenderán porque lo doloroso. Este deporte nunca
perderá su elegancia y magnificencia.
Inicié quizá a los 15 años y lo
abandoné tal vez a los 12 años de edad. Creo que fue mi madre la primera en
entusiasmarse por iniciarme en este arte, considero que es arte y deporte al
mismo tiempo, el arte de danzar y hacer figuras con el cuerpo al tiempo que se
rueda en dos o un pie. ¡Madre! ¡Te debo y te agradezco tantas cosas!, gracias
al azar un poco por permitirme conocer este deporte y nuevamente gracias a mi mamá
por acompañarme e invertir tiempo y dinero para poder acompañarme en mis
campeonatos, lastimosamente no tengo registro fotográfico de aquellos momentos,
me veía muy bonita con mis trusas, llenas de brillantinas y gamuza azul, mi
color favorito, sin embargo
En esta imagen tenía como unos
15 o 16 años, fue la ultima vez que me subí en ellos.
¡Recuerdo que tenía entrenamiento
los sábados y domingos en la mañana y que cada vez que me subía en mis patines
me sentía volando, sentía que volaba y que era muy rápida! Me encantaba, me
hacia sentir muy feliz rodar en mis patines.
Pero bueno, luego llego la
secundaria e ingrese a un colegio donde dejaban muchos trabajos y decidí dejar
de entrenar, además de los dolores que a los 12 años ya empezaba a sentir sobre
mis rodillas, mi mamá estuvo de acuerdo en que dejara de lado el deporte ya que
le preocupaba que mi dolor en las rodillas empeorara, pues me seguir entrenando
significaba seguir cayéndome y golpeándome.
Los dolores en mis rodillas a mis
20 años siguen y son más fuertes, aun no hay explicación, me pregunto si
hubiese sido mejor haber continuado practicando patinaje, al fin y al cabo, las
rodillas no de dejaron de doler y el deporte es bello.
Cuarto Quinquenio: Mi compañero en las subidas, en las bajadas y los
intermedios
Él es Jonathan mi pareja, y
además de mis padres es mi persona favorita, llevamos dos años y medio juntos y
el hecho de que nuestros caminos se hubiesen cruzado me ha permitido tener una
serie de historias que sin el no hubiesen sido posibles, mi vida sin el en ese
momento seria cosa distinta, lo cual suena bastante obvio claramente, la lógica
nos lleva a que dos años de tu vida con una persona no serían lo mismo si
fueran al lado de otra persona o sencillamente sol@, sin embargo haberlo
conocido me cambió hasta los hábitos.
La primera vez que lo vi, el
estaba dando una capacitación de primeros auxilios en un colegio, yo estaba por
ahí cerca, cuando veo que una niña de aproximadamente 5 años de edad cae de la
ventana de un segundo piso, lo que yo hago es inmediatamente llamarlo a el para
que la socorriera pues la verdad no tenia idea de como actuar.
La segunda vez que nos topamos
fue en una chala sobre mordeduras de serpientes y artrópodos en la biblioteca
municipal de La Mesa Cundinamarca. Si no hubiésemos asistido a esa charla, posiblemente
nuestra historia y esta historia no sería posible de narrar.
Esa charla me permitió ser parte
de una institución a la que aprecio bastante, me permitió ser voluntaria
socorrista de la Cruz Roja, no se imaginan cuanto eh aprendido gracias a la institución
y a Jonathan quien me enseño todo lo que se de primeros auxilios y otros temas
que ahora yo también enseño, aun no me lo creo. Nunca me imaginé que estaría
haciendo lo que actualmente hago.
Mi primera foto estrenando el uniforme. (esta imagen no puede ser compartida ni tomada para ningún
fin, esta imagen solo tiene un fin académico en este blog. La cruz roja limita
y restringe el uso del emblema en redes sociales o otros medios)
Haber conocido a Jonathan es
haberme hecho Voluntaria de la Cruz Roja, es haber estudiado un Técnico en
Enfermería, es volverme Ciclista de MTB y haberme abierto la rodilla y muchas
otras aventuras y desventuras más.
Afortunados somos de que los momentos de aventura y felicidad son mas
que los no tan gratos, pero en la vida al igual que en la trocha los caminos
son de subida, de bajada e intermedios y la pedalada es mejor a su lado, con su
compañía, con sus ánimos y felicitaciones cuando coronamos la meta de un camino
recorrido. Gracias por hacer muchas historias posibles, lindo.
Epitafio:
Gracias Madre, Gracias Padre, Gracias Amor,
Gracias a mis fotos y a mis memorias, que me permitieron
recordarlos siempre y por siempre, espero que en la otra dimensión también
continúe recordándolos en lo profundo de mi ser.
No hay comentarios:
Publicar un comentario