domingo, 19 de julio de 2020

Autobiografía Ficcionalizada de Alguien

Autobiografía Ficcionalizada de Alguien

Yenny Carolina Merchán Garzón


Ellas, a quienes adoro y extraño tanto en esta época de pandemia. Las quiero mucho, perdón por lo aprovéchalas los suficiente cuando las tuve cerca.

 

Primer Quinquenio: Duérmete niña

La canción que a mi memoria se cuela con mayor premura e importancia y por sobre todas las otras canciones, considerando mi edad hasta los 5 años, es una canción de cuna que mi amada madre cantaba para arrullarme o tranquilizarme.

Este trabajo me permitió descubrir varias cosas bastante curiosas, me llenó de bastante asombro lo que encontré y sentí la necesidad de tratar de relacionar y darle al sentido a la razón por la cual me cantaban esta linda canción que evoca en mí una sensación de tranquilidad y amor, amor de mi querida madre.

En primer lugar, les dejare el fragmento más significativo y que recuerdo con mayor claridad, que me cantaba ella:

“Duérmete niño que tengo que hacer,
Lavar los pañales,
Y hacer de comer” 

Ese es el fragmento que recuerdo con mayor claridad, quizá ella me cantaba otras partes que no recuerdo o la canción se queda solo en esa primera parte, sin embargo, para completar las instrucciones del ejercicio, busque en YouTube la misma canción y lo más similar que puede encontrar fue lo que ustedes escucharan en el siguiente link;

Duérmete mi niño

https://www.youtube.com/watch?v=vpgTmXkvElA

Noté que esa pieza musical era en YouTube lo que más se asemejaba a la versión de mi mamá, así que quise indagar un poco mas en internet, y me tope con que esa misma canción de YouTube es de origen venezolano, adjunto la letra:

 

Duérmete mi niño

Canción de cuna

Duérmete mi niño, que tengo que hacer
Lavar los pañales, darte de comer.
Duérmase mi niño que tengo que hacer
Lavar los pañales y darte de beber.

Ese niño quiere que lo duerma yo
Que lo duerma la madre que lo parió.
Ese niño quiere que lo duerma yo,
lo duerma la madre que lo parió.

 

Entre comentarios que encontré sobre esta canción, algo que me pareció muy curioso es que varias personas venezolanas coincidían en identificarse con que al escuchar el himno nacional recordaban inmediatamente la canción de cuna, hice el ejercicio de escuchar ambas canciones por separado y luego reproducirlas al tiempo y a pesar de que no eran las mismas velocidades, sí que había una similitud en el ritmo de ambas piezas musicales.

Ciertamente, la letra de da canción que mi mamá me cantaba no es idéntica a la canción original, pero le hayo sus similitudes. Y una de las razones que me hace pensar que la versión de mi madre se acerca a la versión de origen venezolano es por el hecho mismo de que somos del llano, cosa que por ubicación geografía hace que Venezuela sea en su gran mayoría llana y culturalmente las personas sean llaneras, esto me hace pensar que la cultura llanera no se distingue entre países, más bien, que se logra extender más allá de las fronteras y que quizá mi madre me cantaba parte de una canción venezolana porque se comparten una cultura y geografía similar.

Esta canción es para mí, uno de mis mejores y más amados recuerdos, cuando estoy angustiada recuerdo los momentos en los que mi madre de cantaba, para poder sentirme un poco más tranquila. Ella me cantaba no solo para arrullarme al dormir, también tranquilizarme cuando tenía ataques respiratorios, pues como no podía respirar bien me desesperaba, ya que de pequeña tuve ir algunas veces al médico para me colocaran oxígeno, así que cuando estábamos en casa y no podía respirar bien, mi mamita y yo nos acostábamos juntas y ella me cantaba la canción para que pudiera respirar mejor, eso hacía que me tranquilizara y seguidamente me dormía.



Segundo Quinquenio: Mi raíz desenraizada

                                              Mi lugar de origen


El Río Ariari


Camino a casa, ya casi...


La finquita, mi hogar, mi origen, mi nacimiento, mi tierra, mi dolor


Crecí recordando y moriré anhelando este lugar.

 

Soy de una vereda, de Caño embarrado en el Castillo Meta, nací a las 7 de la noche en la finca de mi abuelita, la finca estaba en la parte media de la Cordillera Oriental, una vez esta termina se despliega inmensamente la planicie llanera.

No nací en un ambiente hospitalario, ni con médicos alrededor, quien me recibió al mundo fue una partera indígena, no sé si aun siga con vida, pero fue quien estuvo atenta al embarazo de mi madre e intervino en su trabajo de parto, le debo mi vida a ella, a mi madre, a mi padre y a mis ancestros que hicieron posible la vida de mis padres.

A los dos años de haber nacido mis padres y yo tuvimos que irnos de aquellas tierras entre planicie y montañas, por cuestiones de violencia. Las raíces de una pequeña fueron arrancadas y trasplantadas en otro lugar para que pidiera florecer mejor.

Entre mis 6 y 10 años fue la época en que mas pude viajar a mi tierra y sin embargo son contadas las veces que eh viajado al llano, unas 6 veces a lo largo de mis 20 años, son pocas veces para mí.

No importa cuantas veces vaya, siempre quiero volver allí, volver a reencontrarme con la tierra que me vio nacer, a conectarme con la energía de aquel lugar que siempre anhelo, siempre me llama, a veces creo que los espíritus de mis abuelos me llaman, espíritus de las montañas en las que ellos cultivaron. Es difícil de explicar el sentimiento de necesidad que se evoca desde mi interior por querer volver a aquel lugar donde hecho raíces por vez primera.

 


Tercer Quinquenio: Patines de cuatro ruedas para dos rodillas


El primer deporte que hice con real dedicación fue el patinaje artístico, hermoso deporte, doloroso pero hermoso, al fin y al cabo, ya entenderán porque lo doloroso. Este deporte nunca perderá su elegancia y magnificencia.

Inicié quizá a los 15 años y lo abandoné tal vez a los 12 años de edad. Creo que fue mi madre la primera en entusiasmarse por iniciarme en este arte, considero que es arte y deporte al mismo tiempo, el arte de danzar y hacer figuras con el cuerpo al tiempo que se rueda en dos o un pie. ¡Madre! ¡Te debo y te agradezco tantas cosas!, gracias al azar un poco por permitirme conocer este deporte y nuevamente gracias a mi mamá por acompañarme e invertir tiempo y dinero para poder acompañarme en mis campeonatos, lastimosamente no tengo registro fotográfico de aquellos momentos, me veía muy bonita con mis trusas, llenas de brillantinas y gamuza azul, mi color favorito, sin embargo aquellos valiosos recuerdos se encuentran protegidos en el gran baúl de mi memoria.



En esta imagen tenía como unos 15 o 16 años, fue la ultima vez que me subí en ellos.

¡Recuerdo que tenía entrenamiento los sábados y domingos en la mañana y que cada vez que me subía en mis patines me sentía volando, sentía que volaba y que era muy rápida! Me encantaba, me hacia sentir muy feliz rodar en mis patines.

Pero bueno, luego llego la secundaria e ingrese a un colegio donde dejaban muchos trabajos y decidí dejar de entrenar, además de los dolores que a los 12 años ya empezaba a sentir sobre mis rodillas, mi mamá estuvo de acuerdo en que dejara de lado el deporte ya que le preocupaba que mi dolor en las rodillas empeorara, pues me seguir entrenando significaba seguir cayéndome y golpeándome.

Los dolores en mis rodillas a mis 20 años siguen y son más fuertes, aun no hay explicación, me pregunto si hubiese sido mejor haber continuado practicando patinaje, al fin y al cabo, las rodillas no de dejaron de doler y el deporte es bello.

 

Cuarto Quinquenio: Mi compañero en las subidas, en las bajadas y los intermedios


Él es Jonathan mi pareja, y además de mis padres es mi persona favorita, llevamos dos años y medio juntos y el hecho de que nuestros caminos se hubiesen cruzado me ha permitido tener una serie de historias que sin el no hubiesen sido posibles, mi vida sin el en ese momento seria cosa distinta, lo cual suena bastante obvio claramente, la lógica nos lleva a que dos años de tu vida con una persona no serían lo mismo si fueran al lado de otra persona o sencillamente sol@, sin embargo haberlo conocido me cambió hasta los hábitos.

La primera vez que lo vi, el estaba dando una capacitación de primeros auxilios en un colegio, yo estaba por ahí cerca, cuando veo que una niña de aproximadamente 5 años de edad cae de la ventana de un segundo piso, lo que yo hago es inmediatamente llamarlo a el para que la socorriera pues la verdad no tenia idea de como actuar.

La segunda vez que nos topamos fue en una chala sobre mordeduras de serpientes y artrópodos en la biblioteca municipal de La Mesa Cundinamarca. Si no hubiésemos asistido a esa charla, posiblemente nuestra historia y esta historia no sería posible de narrar. 

Esa charla me permitió ser parte de una institución a la que aprecio bastante, me permitió ser voluntaria socorrista de la Cruz Roja, no se imaginan cuanto eh aprendido gracias a la institución y a Jonathan quien me enseño todo lo que se de primeros auxilios y otros temas que ahora yo también enseño, aun no me lo creo. Nunca me imaginé que estaría haciendo lo que actualmente hago.

 


Mi primera foto estrenando el uniforme. (esta imagen no puede ser compartida ni tomada para ningún fin, esta imagen solo tiene un fin académico en este blog. La cruz roja limita y restringe el uso del emblema en redes sociales o otros medios)

 

Haber conocido a Jonathan es haberme hecho Voluntaria de la Cruz Roja, es haber estudiado un Técnico en Enfermería, es volverme Ciclista de MTB y haberme abierto la rodilla y muchas otras aventuras y desventuras más.  Afortunados somos de que los momentos de aventura y felicidad son mas que los no tan gratos, pero en la vida al igual que en la trocha los caminos son de subida, de bajada e intermedios y la pedalada es mejor a su lado, con su compañía, con sus ánimos y felicitaciones cuando coronamos la meta de un camino recorrido. Gracias por hacer muchas historias posibles, lindo.

 Nuestra primera foto juntos y primera vez que bajé de Bogotá a La Mesa esa en bici, esa vez también me caí.

Epitafio:

Gracias Madre, Gracias Padre, Gracias Amor,
Gracias a mis fotos y a mis memorias, que me permitieron recordarlos siempre y por siempre, espero que en la otra dimensión también continúe recordándolos en lo profundo de mi ser.


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